miércoles, 13 de abril de 2011

VUELTA AL AHORRO

Una de las principales causas de la crisis económica que estamos viviendo es el desahorro y la quiebra profunda del proceso de intermediación bancaria que llevó a la parálisis del mercado interbancario. Desde principios de la década pasada, por primera vez, España se convirtió en demandante neto de recursos del mercado interbancario europeo, lo que ponía de manifiesto que empezábamos a tener un sector bancario sobreinvertido y dependiente en una economía excesivamente fiduciarizada y especulativa. Y como sabemos, por regla general, la sobreinversión y la especulación acaban poniendo de manifiesto una clara ineficiencia en la asignación de los recursos económicos que tiene como principal indicador el subsecuente deterioro de la eficiencia crediticia para generar crecimiento económico. La amplia liquidez en los mercados de capitales, así como la existencia de un sistema regulatorio procíclico, sentaron las bases de la exuberancia financiera de la década anterior a la crisis de 2007-2008 y que llevó a distorsionar el proceso de intermediación financiera. Y nos llegamos a encontrar con la paradoja de que el sector privado desahorraba y el sector público ahorraba.
El sector bancario se hizo autorreferencial, y, por lo tanto, poco autocrítico; y un exceso de confianza, asistido por los distintos gobiernos, por el Banco de España y por la burbuja inmobiliaria, desencadenó la crisis que estamos viviendo. La quiebra del proceso de intermediación por la autorreferencialidad del sector bancario desembocó asimismo en la restricción generalizada del crédito, lastrando la liquidez de las empresas y, por consiguiente, al conjunto de la economía real. Este proceso de autorreferencialidad creó circuitos económicos espurios (efecto renta) y formas de crecimiento de escaso recorrido que se unieron a la escasa productividad y competitividad de la economía española, paralizando el proceso de convergencia que había acelerado la implantación del euro y la creación de un marco de estabilidad macroeconómica.
Pero todos sabemos que las crisis tienen un efecto depurativo inevitable. En este sentido, podemos decir que la difícil situación actual está suponiendo, si bien lentamente, la reconstitución del ahorro en España, y, con toda probabilidad, supondrá una mejora inercial de la asignación de los recursos económicos y la vuelta a la normalidad del proceso de intermediación. No es el consumo el que nos sacará de esta crisis, es el ahorro. Sólo a partir del ahorro y de la vuelta a la normalidad del proceso de intermediación podremos volver a la senda del crecimiento económico. Pero además, el ahorro generará una predisposición ética que permitirá recuperar valores no autorreferenciales que se habían perdido en el acentuado proceso especulativo que habíamos vivido en los últimos años. Un claro beneficiado de todo este proceso será el medio ambiente. Lo estamos viendo ante una mayor racionalización del consumo, y ante un menor consumo energético.

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